“Marcos, Sergio, Marcos, Sergio” Elsa tenía dos nombres para un solo
corazón.
Sentada en la cama, intenta buscarle
una respuesta al por qué de todo esto. Se abraza así misma, y cierra los ojos.
Su piel todavía olia a sal y la noche con Marcos se repetía una vez tras otra
en su cabeza. Suspira y sonríe. “¿Elsa qué te pasa?” Hace unas horas estaba
segurísima de que el único que había sido capaz de conquistarla de verdad en
sus dieciseis años de vida era Sergio y ahora? Solo tenía clara una cosa: Jamás
viviría una noche tan increible como la que había vivido con el chico de la
mirada cautivadora y aunque deseaba con todas sus fuerzas que todas las noches
fueran como esa, no se iba a volver a repetir. Si no hubieran bebido todo eso
no habría pasado, es más, no tendría que haber pasado. El tiene novia y ella está con otro.
Y con ese pensamiento, Elsa se acurruca en la cama y cierra los ojos sin
poder evitar que una pequeña lágrima se escape de su ojo derecho.
Ocho llamadas perdidas de Carlota. Marcos deja el móvil en la estantería y
se tumba boca arriba con las manos detrás de la nuca. No tenía ganas de hablar
con ella y si de algo le había servido aquella noche con Elsa, era para darse
cuenta definitivamente de que no estaba enamorado de su novia. Que nunca lo
había estado.
Ya tenía ganas de tener a Elsa entre
sus brazos otra vez. ¿Era un ángel? No, la chica rubia era real, tan real como las
sensaciones que había sentido cuando la besó en la playa. Se le escapa otra
sonrisa al recordar ese momento. Ahora lo tenía todo claro. No valía la pena seguir
con Carlota cuando la que realmente le hacía sentir bien era Elsa. Cierra los
ojos y se queda dormido pensando en su rubia, en la perfecta noche, en el
último beso y en las palabras que debería utilizar para decirle a Carlota que
ya no quería seguir con ella.
-
- Elsa dicen
tus papis que te despierte ya que es tarde – Dice Álex mientras zarandea el
brazo de su prima.
- - Pero si aun
es muy temprano Álex.. – Dice Elsa entre ronrroneos.
- Pues me han
dicho que son las cinco de la tarde y que nosotros nos vamos a comprar a un
sitio – Dice Álex séntandose al lado de Elsa.
- -
¿Ya son las
cinco? – Dice Elsa levantándose de la cama rápidamente.
- Sí, y yo ya
he cumplido mi misión para que me den un chupachup así que voy a pedirselo a la
tita! – Dice Álex saliendo de la habitación y acudiendo hasta donde estaban sus
padres, sus tios y su prima.
Marisa
le da el chupachup que le había prometido al pequeño y entra en la habitación donde se encontraba su hija recién levantada.
- -
Elsa nosotros
nos vamos ya, volveremos a la hora de cenar. Tienes algo de comer en la cocina
vale? – Dice Marisa apoyada en el marco de la puerta.
- - Vale mamá, yo
saldré ahora con mis amigos, hasta luego – Dice Elsa a la vez que hacía la cama
y viendo como su madre desaparecía otra vez de aquella habitación.
Se viste
con ropa de deporte y llama a Raquel.
-
- Hombre!
Porfin das señales de vida! – Dice Raquel aliviada de que su amiga estubiera
bien.
-
- Si si, ya te
contaré. Donde estais? – Dice Elsa ya en la calle caminando sin rumbo.
-
- En la
piscina. Vas a venir?
- No no voy a
ir, voy a ir a correr ahora, que me apetece. Está el grupo de Marcos allí? –
Dice Elsa con un nudo en el estómago. Debía hablar con él.
-
- Si. Me
quieres contar ya que pasa? – Dice Raquel ansiosa a la vez que intrigada.
-
- Ahora te veo.
– Dice Elsa finalizando la llamada. Se guarda el móvil en el bolsillo y empieza
a correr rumbo a la piscina municipal.
Raquel
no entendía nada. Mira hacía el grupo de Marcos de nuevo y se da cuenta de que
sólo están los chicos. Ni rastro de Carlota y sus amigas. “Ayer en la discoteca
Elsa desapareció pero Marcos tampoco estaba” Piensa a la vez que lo relaciona
todo y saca su propia conclusión, que era la acertada. De todos modos Elsa no
se iba a librar de esta, en cuanto la viera aparecer por esa puerta, se lo iba
a contar todo sin dejarse ni el más mínimo detalle.
Antes de
lo que pensaba su amiga ya estaba allí. Tenía un rostro serio y buscaba algo o
alguien a quien acababa de encontrar.
Se
dirige hacia el grupo de Marcos y se planta delante del chico rubio.
-
- Hola – Dice Elsa
con la mirada clavada en la de él.
-
- Hola
Elsa - Dice Marcos con una sonrisa.
- ¿Puedo hablar
contigo? – Dice la chica rubia con un hilo de voz. Tenía ganas de llorar pero
no iba a hacerlo. No tenía ningún motivo para hacerlo o eso quería creer.
-
- Claro, vamos
fuera – Dice Marcos encaminándose hacía la puerta.
Elsa lo
sigue y cuando sale lo ve apoyado en su audi. Se apoya junto a el y lo mira con tristeza. “Elsa
debes hacer lo correcto y esto es lo correcto, da igual lo que quieras tu, pero
él no es para ti”. Piensa sin dejar de mirar al suelo. Cuando consigue levantar
la mirada, él la mira esperando sus palabras.
-
- Yo.. quizás
le he dado muchas vueltas a lo que pasó anoche pero tranquilo que ya se que
solo fue eso, una noche. Tu estas con Carlota y yo no me voy a meter en medio
además yo estoy con otro chico allí en Barcelona. Lo mejor es que seamos amigos
Marcos – Dice Elsa temblando, con el nudo que parecía inmenso ya en su estómago
y apretando los puños fuertemente.
Marcos
no tenía palabras, sólo un corazón roto. No podía decir que estaba enamorado de
ella, pero sí que lo que no había sentido por Carlota en un año, lo había sentido
por Elsa en una noche. Esas palabras le habían pillado totalmente desprevenido
y se había venido a bajo, era la primera chica que había echo que él, Marcos
Santana, se viniera a bajo.
Elsa se
sentía la peor persona del mundo y ver a Marcos con esa expresión de susto la
hundía todavía más. ¿Por qué se había puesto así? Él estaba con otra!
- -
Hija de puta!
– Dice Carlota avanzando rápidamente hacía Elsa por la calle principal. Cuando esta frente a ella la
coje de los pelos y la arrastra hasta la puerta del recinto – Eres una hija de
puta! Quien te crees que eres eh quien! Llegas aquí en un dia y ya provocas que
mi novio me deje, que me deje por ti pija asquerosa!
Carlota
estaba fuera de si y Elsa solo la miraba. Ni siquiera le dolian todos los
tirones de pelo ni la mano de aquella chica clavada en su cuello.
Marcos
reacciona. Ve todo el panorama y separa a Carlota de Elsa.
- -
Como la
vuelvas a tocar, te vas a meter en muchos problemas Carlota – Dice Marcos
empujando a la que ahora era su ex novia unos metros hacia atrás. Mira a Elsa
por última vez, se mete dentro del coche y a todo gas desaparece dejando una
nuve de polvo a los pies de las dos chicas que habían marcado su vida.
-
- Lo ves? Ojalá
nunca, NUNCA hubieras venido aquí gilipollas! – Dice Carlota pegándole una
patada a la papelera más cercana. Tenía ganas de matar a esa niñata pero no
podía hacerlo. Como se le cruzaran los cables, podría denunciarla y se metería
en un buen lío.
-
- Déjame en paz
Carlota, olvídame. Marcos no te ha dejado por mi, te ha dejado porque eres una
guarra que solo has hecho que ponerle los cuernos, no te mereces que te quiera,
no te mereces que te quiera nadie – Dice Elsa muy tranquila y firme. No podía
quedarse allí por más tiempo ya que no sabía en que momento se iba a alterar,
pero no quedaba mucho para que eso ocurriera. Ahora sólo sentía tristeza y
melancolía y un enorme vacío en su interior.
-
- Te equivocas Elsa,
te equivocas. Me lo ha contado todo y me ha confesado que esa noche no había
sido una noche cualquiera, había sido importante. Me ha dejado por ti, porque
quería intentarlo contigo. Te deseo lo peor, pero tranquila, no vas a estar con él, me has ahorrado el trabajo de joderte tu oportunidad, ahora solo me queda amargarte lo que te queda aqui, que espero que sea poco – Dice Carlota perdiendo los
nervios de nuevo. Le lanza una mirada desafiante, la empuja contra el cartel de
la entrada y entra a toda velocidad a la piscina.
Elsa,
ahora si, envuelta en rabia, retoma su carrera hacía no sabe donde. Después de
quince minutos de un largo “spring” se detiene, saca el móvil y hace lo que
tenía que haber echo desde que se despertó.
-
- Elsa! No
sabes lo mucho que te echaba de menos – Dice Sergio eufórico de escuchar a
Elsa.
-
- No digas
nada Sergio, pero se acabó. Nunca debería haber empezado. Lo siento, pero no
puedo seguir contigo. – Dice Elsa decidida. No espera la respuesta de Sergio y
cuelga.
Mira al cielo.
Todo despejado. Así era su vida hace una semana y ahora estaba plagada de
nubes, de nubes negras que desprendian relámpagos una y otra vez.
Ni Marcos,
ni Sergio. No quería saber nada más del amor, de los sentimientos ni de los
chicos. Lo había decidido y no había marcha atrás pero nadie decide por el
corazón, y el corazón de Elsa ya tenía un nombre grabado en él.