Elsa estaba arta de escuchar aquel disco de canciones infantiles. Había
sido muy mala idea poner el cd favorito de su hermana. La pequeña Clara cantaba
todas las canciones de principio a fin mientras Marisa y Luís hablaban de todo
lo que habían cogido para aquellas largas vacaciones. Creían que no se dejaban
nada y era normal, el coche parecía que en cualquier curva fuera a volcar de la
infinidad de cosas que habían metidas en el maletero. Más que unas vacaciones,
parecía una mudanza.
Elsa saca de su bolso el ipod y pone “Airplanes”. Mira por la ventana y
observa el paisaje verde que kilometro a kilometro iban dejando a sus pies.
¿Cuánto faltaba para llegar? Se le estaba haciendo interminable ese viaje.
Suena su móbil. Tenía un sms en su bandeja de entrada. Lo abre y lo lee
detenidamente.
“Espero que no se te esté haciendo muy pesado el viaje, yo no dejo de
pensar en ti. ¿Qué me has hecho Elsa? Me tienes que no se ni como me tienes. Te
quiero”
¡Sergio era un sol! Y pensar que no iba a poder estar con él hasta dentro
de un mes. Ufff. Iba a ser duro pero el le dijo que la esperaría y ella
esperaría con ganas el volver a verlo de nuevo.
Media hora mas tarde el coche se detiene. Porfin habían llegado. Elsa se
baja del coche y mira a su alrededor. Al fondo la playa y a los lados pequeñas
casitas blancas bordeaban aquella preciosa cala que se encontraba frente a
ellos.
Para su sorpresa, Elsa recordaba ese sitio y le gustaba aún más que la
última vez que lo vió. Ese lugar era en el que veraneaba cada año cuando tenía
la edad de su hermana. Que recuerdos piensa.
Seguía parada mirando al mar cuando la distrae la voz de un niño,
de su enano favorito.
- - Elsa, Elsa
Elsa! – Dice Álex corriendo hacia su prima. Se lanza a sus brazos y la llena de
besos.
- - Hola
pequeñajo! – Dice Elsa dándole un pequeño beso en la nariz- Seguro que no
tenías tantas ganas de verme como las que tenía yo de verte a ti!
- - Mentira
mentira! Le he estado preguntado todos los días a mi mami cuanto faltaba para
que vinierais – Dice Álex muy serio.
Elsa lo
mira y pone la misma cara que él. El niño ríe y esconde su cabeza entre el
hombro de Elsa. Qué gracia le hacía su primo y que listo llegaba a ser con solo
tres añitos.
Deja al
pequeño Álex en el suelo, saluda a sus tíos y todos juntos descargan el coche.
La
casita que finalmente habían decidido alquilar tenía tres habitaciones. Elsa
dormiría con su hermana y su primo. Menos mal que ella se quedaba con la cama
individual y los pequeños compartían litera.
Después de acomodar sus cosas en el armario de
la habitación decide ir a dar una vuelta por aquel curioso pueblo de playa. Se
acordaba de algunos de los lugares a los que sus padres la solían llevar así
que le sería más fácil no perderse.
Se cambia
de ropa, se pone el bikini, mete en la mochila el libro que le ayudaría a que
el tiempo allí pasara más rápido y sale por la puerta.
A lo
lejos, ve unas rocas contra las que aquellas olas de agua cristalina chochaban
y desaparecían.
Camina
hasta llegar allí.
Elsa no
podía dejar de mirar aquel bonito paisaje. Le gustaba mucho.
Ya se encontraba frente a aquellas rocas, trepa por ellas y se sienta en la más alta. Desde allí se veía todo el pueblo y al
frente el mar se perdía en el horizonte.
Saca el
libro y empieza a leer hasta que unas voces captan su atención. Mira hacia su derecha y ve
a un grupo de chicos y de chicas saltando por unas rocas más lejanas hasta caer en el mar.
“Cómo me
gustaría a mi hacer eso” Piensa Elsa sin dejar de mirarlos.
¿Podrían
ser esos sus amigos? No lo cree. Ella era una persona extrovertida pero tampoco
tenía el valor de acercarse hasta ellos. Le daba vergüenza.
Decide explorar
un poco aquella playa y empieza a bajar por el lugar contrario al que había
subido y próximo a donde se encontraban esos chicos desconocidos.
Elsa
calcula mal sus movimientos y cae hasta hundirse en la arena. Tenía toda la
cara llena de esos granos finos y algunos rasguños en el brazo.
- - Mira que eres
torpe Elsa. – Dice la chica con gesto de dolor mirándose el brazo y
sacudiendose la arena de la cara y de las demás partes del cuerpo.
- - ¿Estás bien? –
Dice una chica alta y castaña mirándola desde arriba.
Elsa no
se había dado cuenta de que aquella chica había llegado hasta su lado, se
levanta y la mira aún lamentandose por el dolor de sus rasguños.
- - Sí sí,
tranquila. No ha sido nada – Dice Elsa mirandola e intentando esconder que
realmente le dolía no el brazo, si no el resto del cuerpo también.
- - No tienen muy
buena pinta esos rasguños – Dice la chica arrugando la nariz y examinando esas
heridas por encima- Me llamo Raquel y si quieres te acompaño a algún sitio a
que te miren eso.
- - Yo me llamo
Elsa. Eres muy amable te lo agradezco. ¿No te importa acompañarme? – Dice Elsa
con una sonrisa. Le había caido bien esa tal Raquel. Resultaba simpática.
- - No me importa
Elsa. Mi casa está justo en frente del paseo que da a esta cala. Vamos y te echo algo para que se te alive un poco el dolor – Dice Raquel
bordeando aquellas rocas y subiendo las
escaleras que daban pie al paseo.
Elsa la
sigue cubriendose los brazos con las manos. Mira que a veces era torpe, pero
esta vez por lo menos le había servido para conocer a alguien allí. Sus vacaciones
no empezaban nada mal y pronto empezarían a ir aún mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario