- - ¡Ya
pensábamos que no veniais chicas! – Dice Ana acercándose a ellas en cuanto las
ve bajar del autobús.
- - Esque hemos
tenido problemas, de todo tipo – Dice Raquel remarcando la última frase.
- - Ui, movidas
con el grupito de Carlota? – Dice Ana a la vez que las tres chicas juntas se
reunian con el resto del grupo que ya iba igual de bebido que ellas.
- - Sí, y no veas
que fierecilla tenemos en el grupo Ana – Dice Raquel dándole un golpe en el
hombro a Elsa que parecía estar un poco ausente.
- - ¿La niña
buena con carácter? ¡Esa es la actitud que hay que tener! – Dice Ana mirándo a
Elsa con un gesto simpático – Y perdona Elsa que esta mañana ninguna hayamos
estado muy receptivas contigo, nos alegramos mucho de tener una chica más en
nuestro grupo.
- - No te
preocupes no te preocupes, está todo bien – Dice Elsa concentrándose mucho para
lograr hablar bien. Necesitaba bailar o que se le pasara la borrachera.
Las tres
chicas se mezclan con el resto de sus amigos. Unos ya habían empezado a bailar
sin música, otros habían desaparecido y todos sabían el por qué y el resto, se
podría decir que los más serenos, se encontraban sentados en el suelo de ese
parking contando chistes malos.
Elsa,
Raquel y Ana optan por coger la última botella de martini que quedaba y
servirse el último cubata antes de entrar a la Norve a bailar.
El
parking de “La zona“ empezaba a llenarse de coches y de gente demasiado
desfasada. El grupo de Raquel al ver
todo el panorama pagó la entrada y entró a la discoteca.
Eran
solo las doce y media de la noche y aquello estaba a rebosar.
Elsa
junto a sus dos nuevas amigas empiezan a moverse en medio de la pista al ritmo
de la música. No lo hacían nada mal y pronto se vieron rodeadas por el resto de
la gente que había en el local.
Elsa
estaba fuera de sí. Movía sus caderas sensualmente de un lado hacía otro y con
las manos se tocaba el pelo. “Que mareo llevas encima Elsa pero tu no pares de
bailar” Piensa Elsa a la vez que su pensamiento se mezclaba con “lady loca”, la
nueva canción que acababan de poner.
Marcos y
sus amigos acababan de llegar. El chico rubio llevaba seis cubatas seguidos de
ron con cocacola y había conseguido ir borracho, pero no deshacerse de su
rallada. Decide quedarse fuera fumándose un cigarro mientras el resto de sus
amigos y su novia, entraban en el local.
Jose
entra el primero y al cruzar la puerta divisa el gran corrillo que se había
formado allí. Se acerca un poco más y se da cuenta que eran tres chicas que
estaban bailando y que una de ellas era su rubia, era Elsa.
No se lo
piensa y se hace paso en medio de la gente hasta poder rodear con sus manos la
cadera de esa chica.
Como un
acto reflejo, Elsa se da media vuelta y le propina un manotazo en la cara a
aquel cretino que le había cortado todo el rollo. Cuando reconoce quién es, se
ríe irónicamente y empieza a chillar.
- - ¡Tú eres
tonto o que te pasa! Desde que te he visto esta mañana no has dejado de
molestarme, que NO ME INTERESAS, así que déjame empaz ya ostia. No pienso estar
todo este puto mes aguantandote! – Dice Elsa en un ataque de rabia.
Se
libera de ese corrillo y sale fuera de la discoteca.
“¡Qué
asco de tío!” Piensa a la vez que se enciende un cigarro.
Tenía
que relajarse de una vez así que cierra los ojos y respira lentamente. Cuando
los vuelve a abrir, lo ve a él.
Tenía
razón Raquel, ese chico rubio de ojos azules era guapísimo pero no le gustaba
la expressión que dibujaba su rostro. Parecía triste.
- - Hola Marcos –
Dice Elsa apoyándose en la barandilla donde se encontraba apoyado él.
- - E.. Hola
desconocida – Dice Marcos mirando a la chica rubia apoyada a su lado. No sabía
como se llamaba, pero no era ninguna desconocida para él.
- - Me llamo Elsa
y soy “La nueva” – Dice Elsa gesticulando de forma interesante al decir el mote
que todo el mundo le había puesto en ese pueblo.
- - Pues
encantado Elsa, te habría dicho mi nombre pero veo que ya te lo sabes – Dice Marcos
soltando una carcajada. La primera sonrisa de la noche y se la había sacado
ella.
-
- - Esque eres
muy famoso en el pueblo – Dice Elsa tirando el cigarro por la barandilla y
fijándose si caía al mar, que se encontraba a sus pies.
No, no lo había visto caer. Se asoma un poco
más y pone cara de fastidio.
Marcos
ríe. No sabe si por las caras que estaba poniendo Elsa o porque se sentía bien
a l lado de aquella niña.
- Seguramente
habrá caido al mar, así que no te preocupes. – Dice Marcos.
Elsa
intenta esbozar una sonrisa que acaba convirtiendose en una mueca. Tenía muchas
ganas de devolver. Eran las consecuencias de haber cenado poco y haber bebido mucho.
- - Esto..
Marcos. Yo me voy a dar un paseo, ya hablaremos.. – Dice Elsa caminando
agarrada a la barandilla y despidiendose del chico guapo con la mano que le
quedaba libre.
Marcos la ve alejarse. “Seguramente
irá a la playa”. Piensa a la vez que sonríe. Esa chica era predecible y tenía
un don. El don de dibujar sonrisas permanentes en sus labios.
Y sin dejar de sonreir
sigue el rastro que iban dejando los pasos de Elsa. No sabía que iba a pasar ni
a que hora iban a volver, pero sabía que por lo menos, lo que quedaba de noche,
iba a estar con ella.
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